
Como profesional que ha trabajado en temas de género a lo largo de toda mi carrera, me asusta escuchar a mi hijo de 6 años repetir algunas cosas que oye en la escuela o en la televisión: no quiere hacer algo porque “es de niñas”, implicando que es inferior; o que el uso de la fuerza está bien, y de alguna manera significa que eres superior. Mensajes en apariencia inocuos, pero que contribuyen a perpetuar patrones de las desigualdades de género y el uso de la violencia en nuestras relaciones.
En el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, debemos recordar que la forma más profundamente arraigada de desigualdad de género y violencia en nuestras sociedades es la violencia contra las mujeres y las niñas. Algunos se refieren a ella como una pandemia, y como tal, puede parecer insuperable.
Durante muchas décadas, esta violencia fue atendida principalmente desde los sectores de salud y justicia penal, después de ocurridos los hechos. Si bien estos son dos puntos de entrada obviamente críticos, no son en absoluto suficientes. Debido a que la violencia contra las mujeres y las niñas tiene un amplio alcance -les afectan en todos los ámbitos de la vida y grupos de edad, y tiene lugar en los hogares, lugares de trabajo y otros espacios públicos- nuestra respuesta debe ser igualmente amplia.
Sólo podemos enfrentar la miríada de factores de riesgo que contribuyen a esta violencia desarrollando un amplio abanico de respuestas. Es una tarea enorme, lo sé, pero un excelente punto de partida puede ser la Guía de Recursos sobre la Violencia contra las Mujeres y las Niñas . Esta guía multisectorial ayuda a arrojar luz sobre cómo la violencia de género afecta a los resultados del desarrollo y sobre cómo abordar su riesgo potencial en políticas y programas en distintos sectores de desarrollo. Además, puede ayudarte a hacerlo en tu trabajo a partir del ejemplo de prácticas prometedoras de todo el mundo, como estas tres:
¿Cómo prevenir la violencia que muchas jóvenes y niñas confrontan en la escuela y su entorno?
El Colegio de Bachilleres de México D.F., México, encontró una forma de hacerlo con Amor…pero del Bueno, un programa de convivencia escolar y prevención de la violencia de género entre adolescentes. Este programa piloto apoyado por el BID se basa en la formación de los jóvenes y docentes y las acciones de sensibilización en la comunidad escolar. Entre sus impactos a corto plazo están la reducción de la prevalencia de la violencia psicológica perpetrada y experimentada por varones o la disminución de creencias y actitudes que apoyan y justifican la violencia en las relaciones de noviazgo.