“Un ‘gobierno abierto’ supone la desaparición del secreto”

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26 Agosto 2014

Compartimos con ustedes una entrevista a Oscar Oslak publicada en Página 12.

 Oszlak analiza los puntos de encuentro que produce el ‘gobierno abierto’ entre la gestión pública, la participación ciudadana y las Tecnologías de la Información y del Conocimiento (las TIC). Aunque considera fundamental un cambio cultural desde los gobiernos así como desde la participación ciudadana. 

–¿Porqué decide trabajar cuestiones ligadas al “gobierno abierto”? –En los últimos tiempos he trabajado cuestiones sobre democracia deliberativa y participación ciudadana. Justamente a partir de este proyecto de auditoría ciudadana que llevó a cabo el Gobierno y que yo tuve oportunidad de evaluar para Naciones Unidas, de pronto me encuentro con la iniciativa del “gobierno abierto”, casi de casualidad. Me di cuenta entonces de que había un abismo entre toda la literatura que yo manejo en materia de gestión pública, toda la literatura que viene del lado de la participación ciudadana que es muy distinta y en tercer lugar una corriente que viene del lado de las Tecnologías de la Información y del Conocimiento (TIC). En la medida que “gobierno abierto” implica una interacción entre la gestión pública, la participación ciudadana intermediada por las TIC, encontré una desarticulación entre tres literaturas que están confluyendo. Me interesó trabajar los supuestos de los cuales surge el “gobierno abierto”. 

–¿Cómo define “gobierno abierto”? –Hay distintas interpretaciones sobre lo que es “gobierno abierto”. Yo en realidad hablaría de “Estado abierto”, porque lo que ocurre es que el término originariamente fue propuesto por el presidente Obama, cuando declara el “Open goverment”, cuando asume su primer mandato. Y lo que ocurre es que el término Estado en Estados Unidos, refiere a las unidades subnacionales, a los estados. Pero no equivale a la idea de Estado como la entendemos en Argentina, o en Europa. En Estados Unidos se habla de “Government”, se habla de gobierno. De ahí que quedó “gobierno abierto”, pero yo me pregunto ¿Por qué no abrir los demás poderes del Estado? Incluso todo el sector paraestatal, incluso las Organizaciones No Gubernamentales, u organizaciones reconocidas por el Estado, o empresas en las que el Estado tenga participación accionaria. Es decir, tanto en la Legislatura (de hecho hay un proyecto del Congreso nacional, de “Congreso abierto”) como el Poder Judicial deben ser poderes abiertos. En la medida en que cualquier organización social y los ciudadanos en general podrían requerir la información. Entonces me parece limitado hablar de “gobierno abierto”. Pero en todo caso el “gobierno abierto” implica la posibilidad de que los ciudadanos adquieran nuevos roles en su relación con el Estado. En lugar de ser usuarios de servicios del Estado, o de algunos programas gubernamentales, puedan actuar en un triple rol: primero en el proceso de definición de políticas públicas, en segundo lugar en la coproducción de bienes y servicios junto con el Estado y en tercer lugar como monitores o evaluadores de la gestión pública. Esto se ve habilitado a través de las tecnologías, sobre todo de la web 2.0, que hoy permiten una relación fluida de comunicación entre el Estado y la ciudadanía. 

–¿Considera que el “gobierno abierto” debe ser impulsado desde el Estado o desde la ciudadanía? –Considero que tanto el Estado como la ciudadanía pueden impulsarlo. Desde el Estado los países de América latina han firmado acuerdos sobre participación ciudadana. Donde se comprometen a impulsar desde el Estado el desarrollo de iniciativas que no solamente promuevan la participación ciudadana, sino que además la promuevan en los sectores vulnerables de la sociedad. Es decir, es una responsabilidad del Estado, pero al mismo tiempo con este tipo de iniciativas corre el peligro de que exista algún tipo de manipulación política. Ha ocurrido en algunos casos incluso a través de gobiernos militares, como en el caso de Perú con el Sinamos, que fue un proyecto de Velasco Alvarado de movilización popular, pero claramente manipulado desde el Estado. Pero en la medida en que sea genuino creo que es legítimo que el Estado promueva formas de participación ciudadana. Naturalmente las organizaciones ciudadanas también tienen no solamente la posibilidad sino también la responsabilidad, o casi el deber, de promover esa participación. Lo que ocurre es que la gente no participa fácilmente. Es interesante que estas instancias inciten a la participación.

 –¿Cómo es posible impulsar la participación? –Hace algunos años hubo una campaña en Francia para que el gobierno introdujera una serie de reformas a la gestión pública. La campaña se hizo bajo el lema “Faites aboutir une idée” es decir, haga que una idea se concrete. Se recibieron 500.000 propuestas que se depositaban en buzones. Eso se procesó y se implementaron algo así como 2500 ideas. Es difícil pensar que cada ciudadano puede interactuar con cada funcionario público. Entonces se supone que son organizaciones sociales las que actúan de hecho. No es fácil la participación. En la democracia Griega, habían 35 o 37 mil ciudadanos que iban a la plaza a debatir, pero esto era posible gracias al trabajo de los esclavos que ellos tenían. Así es fácil que funcione una democracia. En este momento estoy trabajando en un libro a partir de encuestas que ha hecho el gobierno nacional, donde figura que el 90 por ciento o más están totalmente a favor de la participación, pero los que participan efectivamente son muy pocos. Y cuando señalan las organizaciones en las que participan, un 50 por ciento participa en la Iglesia y en otro porcentaje muy alto en cooperativas escolares, es decir, hay poca gente que participa en partidos políticos. Por otro lado cuando se le pregunta a la gente porqué no participa, hay múltiples respuestas: la mayoría va en la dirección de que no tienen tiempo, otros dicen que tienen que trabajar y lo consideran una pérdida de tiempo, etc. Esa es una respuesta típica de los ciudadanos. Para avanzar en este terreno va a haber que hacer un esfuerzo enorme del lado del Estado como del lado de la sociedad. Se va a avanzar poco a poco, es un problema de instalación de una nueva cultura. La tecnología abre una gran posibilidad.

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