El ser humano vive sediento de conocimiento. La búsqueda de información lo ha llevado a traspasar fronteras terrestres, marítimas e incluso espaciales; a desarrollar medios para transmitir la información de manera más sencilla y con mayor rapidez.
Atrás han quedado los días donde los medios tradicionales como los periódicos, la radio y la televisión eran los instrumentos físicos exclusivos usados para mantenernos informados.
Hoy vivimos la era digital, donde el internet es el mayor vehículo comunicativo. Los teléfonos inteligentes se han convertido en instrumentos predilectos para acceder e interactuar con el contenido electrónico de los diversos medios de comunicación.
Internet funciona como un gran punto de encuentro entre los ciudadanos, la iniciativa privada y el gobierno, ya que alberga 3.2 billones de usuarios, según recientes cálculos aproximados del organismo especializado de las Naciones Unidas para las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Es el medio idóneo para transmitir mensajes dirigidos a movilizar la sociedad de un país, una región e inclusive de manera global por una causa determinada.
Los gobiernos ven internet como una gran oportunidad para comunicarse con sus ciudadanos, y así potenciar la actividad social por este medio.
Sin embargo, la brecha entre sólo comunicar y efectivamente lograr, mediante los mensajes transmitidos, la movilización de los ciudadanos es aún grande y requiere de tácticas encaminadas a provocar y mantener el interés de amplios sectores en el tema que se quiera abordar.
Este desafío requiere estudiar a fondo quiénes serán los receptores del mensaje. Dicha información definirá los canales, el tono, los presentadores y las ideas más adecuadas para lograr una conexión y, de esta forma, despertar el suficiente interés que provoque la acción. Por tanto, es crucial que los gobiernos otorguen espacios adecuados para que todos los segmentos interesados puedan expresar libremente sus opiniones y propuestas.
Pero no toda la carga debe recaer en el transmisor del mensaje. Se requiere el rol activo de los receptores y su ayuda para divulgar el contenido a más personas. Hoy la participación digital es sencilla, ya que los portales y redes sociales incluyen mecanismos para interactuar con la información. Sin embargo, habrá causas que requieran más que un “me gusta” o un retweet, y es ahí cuando debemos pasar de la participación digital a la acción personal.