NI MALDICIÓN NI BENDICIÓN: TRES RAZONES PARA APOSTAR A LOS RECURSOS NATURALES COMO MOTORES DE INNOVACIÓN

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26 Noviembre 2015

 

Desde los años 50 los economistas han venido argumentando en contra de la especialización en recursos naturales. En los 90, tras una ola de estudios empíricos que sugerían una asociación negativa entre abundancia de recursos naturales y crecimiento económico, se comenzó incluso a hablar de la “maldición de los recursos naturales”. Se decía que no se benefician del progreso tecnológico, que provocan inestabilidad macroeconómica al estar expuestos a permanentes fluctuaciones de precios, que generan economías de enclave y que desencadenan comportamientos rentistas.

Esto llevó a una región como América Latina y el Caribe a enfocarse en modificar sus patrones de especialización hacia otros sectores, como la manufactura. De esta manera se privilegió el desarrollo de políticas enfocadas a potenciar al sector industrial en desmedro de los sectores intensivos en recursos naturales.

Sin embargo, durante los últimos años se ha comenzado a repensar el rol que los recursos naturales pueden jugar en el desarrollo económico de la región. Contrario a lo que se creía, las industrias intensivas en recursos naturales están convirtiéndose en una importante fuente de aprendizaje, innovación y creación de valor. La abundante evidencia* existente al respecto sobre la región es prueba de que no son una maldición. Pero tampoco representan una bendición, pues tenerlos no es condición sine qua non para generar crecimiento y desarrollo económico.

De esta manera, la pregunta de si los recursos naturales son una maldición o una bendición ha perdido relevancia. Lo que realmente debemos entender son las condiciones bajo las cuales es posible crecer de manera sostenible en base a recursos naturales.

Al menos tres factores explican que industrias intensivas en la explotación, uso y producción de recursos naturales estén convirtiéndose en motores de cambio estructural en la región:

1. Nuevos avances tecnológicos

En primer lugar, la aplicación de nuevos avances tecnológicos al proceso productivo está generando una profunda transformación en las actividades basadas en recursos naturales.

Un ejemplo claro de esto es la transición desde la agricultura convencional hacia la agricultura de precisión en Argentina y Brasil, líderes mundiales en la producción de soja. Este nuevo paradigma de producción agrícola se basa en la utilización de innovaciones provenientes de nuevas aplicaciones de la biotecnología y genética, como semillas modificadas genéticamente y biocidas resistentes a insectos. La incorporación de estas innovaciones, muchas veces desarrolladas por empresas locales, ha contribuido sustancialmente a incrementar la competitividad de esta industria.

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