El contexto político en distintos países de América Latina y el Caribe ha demostrado que en la región se necesitan procesos de transformación y fortalecimiento de la democracia en los cuáles el papel de la juventud debe ser central, estos procesos están orientados al aumento la participación de distintos grupos de la sociedad civil de manera directa para lograr que se tomen decisiones y/o se adopten medidas o políticas públicas que estén en concordancia con sus necesidades.
Una democracia que sea incluyente, sostenible en el tiempo y que trabaje en pro de la garantía de mejores condiciones de vida para todos requiere indudablemente de la participación de los jóvenes, siendo entendidos no como el futuro sino como el presente de nuestras sociedades y reconociendo que tienen la capacidad de incluir en las agendas políticas temas que los liderazgos adicionales no lo han hecho y que sin duda suponen una renovación necesaria.