El voto de más de 350.000 personas habilita a nueve binomios para las generales

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28 Enero 2019

Ganamos todos, pero terminaron en crisis. Las elecciones más extrañas de la historia de Bolivia terminaron con un 23,5% de participación y nueve candidatos que a mitad de año podrán inscribirse para las elecciones generales de octubre, pero también con una demostración -según los analistas- de que el sistema de partidos está en crisis y esta vez también incluye al Movimiento Al Socialismo, que acabó la elección con una participación del 36% de su militancia. El resto de los opositores estuvo con una presencia en las urnas de alrededor del 5%.

La escena se repitió casi en todo el país: recintos electorales vacíos, delegados sentados esperando a militantes que no aparecerían, grupos de opositores concentrados en algunas plazas del país desarrollando un referendo particular: primarias versus 21-F y un arsenal de oficialistas tratando de mantener el optimismo al mediodía.

“Con que votaran entre un 50 y un 70% yo estaría feliz; si vota el 100%, ultrafeliz; si vota menos del 50% me voy a preocupar porque es un llamado de atención de que la estructura orgánica requiere un conjunto de ajustes”, dijo Álvaro García Linera y su militancia le llamó la atención. Eran aún horas de la mañana y el optimismo era notorio en el binomio oficialista. Desde el Chapare Evo Morales calificaba de exitosa y cargaba contra sus opositores: “Hablan tanto de democracia, en democracia se vota no es con golpe sino con elecciones. Las revoluciones son con voto no con bala y aquí estamos demostrando los movimientos sociales una participación democrática”, dijo desde Shinahota.

García Linera insistía en que no se puede hacer un partido solo de funcionarios públicos, aseguraba que los trabajadores estatales eran solo 20.000 y que ellos habían logrado inscribir más de 1 millón de militantes y que esto le serviría para ver cómo estaban en cuanto a militancia. Horas más tarde, Manuel Canelas, ministro de Comunicación, tuvo que admitir que García Linera “pecó al manifestar su expectativa”.

La oposición mantuvo un silencio prudente, ya que ellos no tenían la obligación de demostrar fuerza en las primarias: habían decidido pedir a su militancia que no vaya a votar, así que cada ausencia era una señal de triunfo.

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