Desde que pasaron las elecciones del 15 de mayo del 2016, los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Moderno (PRM), Revolucionario Dominicano (PRD) y Reformista Social Cristiano (PRSC), comenzaron la lucha por el control de la organización y por imponer sus criterios en la toma de decisión.
La lucha de tendencias en los cuatro partidos mayoritarios del país genera estrés intenso y casi permanente en esas organizaciones.
Sin embargo, desde esa fecha, el partido que ha sido más afectado es el PRD, que en el último mes ha sufrido una especie de “hemorragia” de diputados y dirigentes que han pasado al PRM. Igualmente, a pesar de que el presidente de la organización, Miguel Vargas, tiene el control absoluto de su partido, en los últimos tiempos hay una especie de rebelión interna de algunos dirigentes como Aníbal García Duvergé, que aspira a la presidencia y hace oposición a Vargas.
Igualmente, difieren en las primarias simultáneas; Medina las apoya y Fernández rechaza que se incluya ese sistema en la ley de partidos porque ya fue declarado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia en el 2005 y variar el fallo sería violatorio del artículo 277 de la Constitución.
Al menos en apariencia, el partido Moderno es el que menos problemas de contradicción tiene entre sus principales dirigentes, Hipólito Mejía y Luis Abinader. Sin embargo, los pronósticos del futuro inmediato no son buenos pues todo indica que entre Mejía y Abinader se producirá una lucha casi a muerte por la candidatura presidencial. Esa realidad se complica más porque esa organización no cuenta con padrón interno y ahora está inmersa en el proceso de elaboración, pero las quejas sobre el camino que ha tomado ese proceso son cada vez más abundantes en ese partido.