130 representantes a la Cámara le dieron el Sí al nuevo acuerdo de paz con las FARC. Con la decisión, el Congreso colombiano se alista para el inicio de la fase de implementación.
En los cálculos del presidente Juan Manuel Santos, el ‘Día D’, en el que se empezaría a materializar la voluntad de las FARC de abandonar la lucha armada era el 3 de octubre. El Gobierno y la guerrilla esperaban que el pueblo colombiano, en las urnas, el día del plebiscito, refrendara el acuerdo de paz firmado en Cartagena de Indias. Pero lo que en realidad sucedió fue lo contrario. La mayoría del pueblo no salió a votar, y el 51 % de los que lo hicieron rechazaron el acuerdo.
El país conoce lo que sucedió después. Un mes de negociaciones entre el Gobierno y los líderes que ganaron el plebiscito, una semana frenética en La Habana y un nuevo acuerdo de paz, el que se firmó en el Teatro Colón. Un nuevo documento que también debía ser refrendado popularmente para que se pudiera implementar, es decir, para que pasara de las 310 páginas del papel a la vida real. Y como el Congreso, a la luz de la ley, representa a todo el pueblo colombiano, pues la refrendación se hizo bajo techo, en el capitolio. El Senado lo hizo el martes, a la Cámara de Representantes le tocó este miércoles.
Por eso, a las 8:43 de la noche, cuando el secretario de la Cámara de Representantes anunció la votación con la que se refrendó el nuevo acuerdo de paz, 130 votos a favor, ninguno en contra, también se le dio la bienvenida al señalado Día D. Parecía como si el país se hubiera regresado 60 días en el tiempo, y en lugar del 30 de noviembre se tratara del 3 de octubre.
Mientras la Cámara de Representantes adelantaba un largo, tedioso, pero intenso debate de refrendación, el presidente Santos anticipó la llegada del Día D. Lo hizo en la Escuela de Cadetes de la Policía Francisco de Paula Santander, en Bogotá, durante la ceremonia de ascensos de oficiales de la fuerza pública. Lo hizo con la confianza de que horas después la Cámara tomaría la misma decisión del Senado y completaría la refrendación popular del nuevo acuerdo de paz.
El Día D no sólo es el día después de la refrendación del acuerdo, sino prácticamente el primero en el que comenzará el término para que las FARC entreguen todas sus armas.
Es quizás el día señalado para la fase de implementación del proceso de paz. Se instala el mecanismo de verificación del cese del fuego por las Naciones Unidas; comienza a correr el cronómetro para la instalación de las zonas de concentración, para el agrupamiento de los guerrilleros, y la mencionada dejación de armas.
Las cuentas del presidente Santos son más específicas. “En cinco días comienza el desplazamiento de las FARC hacia las Zonas Transitorias Veredales, para que allá se concentren todos los miembros de las FARC durante los próximos 180 días. Allá comienza el proceso de desarme. En el Día D más 150, todas las armas de las FARC estarán en manos de Naciones Unidas y las FARC dejarán de existir como grupo armado ilegal. En un mes todos los miembros de las FARC deben estar ya en estas Zonas Veredales y en seis meses tendremos el conflicto con las FARC totalmente finiquitado”.
“El Fast track está vivo”
Mientras tanto, en Bogotá, el Día D llega con otras implicaciones. Se da inicio a la llamada fase de implementación, es decir, el diseño de las reformas constitucionales y leyes para aterrizar el acuerdo de paz a la vida jurídica. Eso significa que este jueves se podrían radicar los primeros proyectos para que el Congreso los debata.
Para la implementación, el Congreso aprobó hace más de ocho meses el llamado acto legislativo para la paz. Concede facultades extraordinarias al presidente de la República, hasta por seis meses, para expedir decretos relacionados con la implementación de los acuerdos de paz.
Así mismo contempla que las leyes serán tramitadas en un mecanismo especial, abreviado, denominado fast track, para que la implementación tarde seis meses, y no un año si fueran sometidas a lo que señala el reglamento.
Aunque el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, fue cauteloso a la hora de precisar el comienzo de la fase de implementación y prefirió esperar un pronunciamiento de la Corte Constitucional sobre el procedimiento referente a la viabilidad del fast track, el senador y negociador Roy Barreras tiene una audaz teoría. Ese mecanismo legislativo especial quedó activado, automáticamente, en el momento en que la Cámara de Representantes refrendó el nuevo acuerdo de paz en la noche de este miércoles.
“Ese acto legislativo se activa con la refrendación popular, que es lo que hizo el Congreso. No tengo duda alguna que el Congreso ejerce la voluntad popular derivada de su mandato constitucional, en mi opinión el fast track queda activo", explicó. "Yo no estoy esperando el pronunciamiento de la Corte Constitucional, eso no me preocupa porque se están pronunciando sobre la suerte del viejo acuerdo, que era el que estaba sometido al plebiscito. En cambio, el nuevo acuerdo se sometió a una nueva refrendación acordada por las partes, que incluía la refrendación en el Congreso. Independientemente de lo que diga la Corte, el fast track está activo”.
Según la tesis del senador Barreras, este jueves el Gobierno debería radicar el proyecto de ley sobre amnistía. Las FARC han exigido que por lo menos ese proyecto se radique en las secretarías del Congreso para proceder al tránsito a las zonas veredales. El Gobierno ya tiene la redacción de ese documento, la tenía lista el 3 de octubre, ahora será el momento de presentarla a consideración del parlamento.
Siguiendo la teoría de Barreras, esta ley se podría aprobar en sólo tres debates, y no en cuatro como lo señala el camino ordinario. Y podría estar lista antes del 16 de diciembre, día en que el Congreso, por ley, culmina sus sesiones.
El ‘plebiscito’ de la Cámara
El debate de refrendación del nuevo acuerdo de paz comenzó pasadas las 9:00 de la mañana. Fue una película muy similar a la que se vivió la víspera en el Senado, salvo que la presencia del exprocurador Alejandro Ordóñez era la que generaba mayor expectación de la jornada.
Ordóñez, uno de los críticos acérrimos del acuerdo de paz, calificó de “maquillado” el nuevo acuerdo y reiteró que el Gobierno había hecho conejo a la refrendación al suplir las urnas por el Congreso.
Dijo que el 90 % de los congresistas habían sido derrotados en el plebiscito, por lo que esta refrendación era una auténtica burla a la voluntad popular.
Su regreso al salón elíptico motivo a que sus contradictores lo recibieran con una pancarta: “Ordóñez anulado por corrupto”. La situación propició que el recinto se calentara, gritos y abucheos por varios minutos, y unos minutos de receso para calmar los ánimos.
En la tarde, con la intervención de los partidos, se advirtió una disidencia de ocho representantes conservadores, liderados por David Barguil, que reclamaban un nuevo plebiscito o una fórmula alternativa para consultar directamente la posición de los colombianos frente al nuevo acuerdo.
La plenaria pareció incendiarse con la intervención de Óscar Ospina, vocero de Alianza Verde, quien le mandó varias pullas al uribismo. Álvaro Hernán Prada, uno de los representantes del Centro Democrático, no se aguantó a la hora de la réplica, abandonó su curul y se dirigió al atril para encarar directamente al congresista de los Verdes.
Los argumentos del uribismo para oponerse a la refrendación versaron en la misma tónica de las posiciones que defendieron un día antes en el Senado. Aseguraron que el Gobierno y la Unidad Nacional han suplantado la voluntad del pueblo, impusieron arbitrariamente un acuerdo de paz y, según Samuel Hoyos, es una violenta afrenta a la democracia.
“No podemos prestarnos a ese atropello, el Centro Democrático se abstiene de votar una refrendación arbitraria e ilegal”, dijo Hoyos, quien además sostuvo que esta refrendación carecía de legitimidad, por lo que ponía en un nuevo limbo jurídico el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC,
A las 7:00 de la noche, cuando se pidió la suficiente ilustración con el propósito de someter a votación el nuevo acuerdo de paz, el uribismo consiguió prolongar el debate. Sólo significó prolongar la crónica de la derrota anunciada. Las intervenciones de 96 representantes hicieron más extenuante la jornada. A las 8:43 se produjo el veredicto. El Día D, 60 días después, ha llegado.